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Las presas envejecidas se convierten en una amenaza creciente

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Una gran presa en construcción en EE UU. / Kelsey Anderson

A lo largo del siglo XX se construyeron unas 58.700 grandes presas en todo el mundo, de las cuales 1.064 en nuestro país, con una vida útil de 50 a 100 años. Muchas de ellas superan ya su vigencia y podrían empezar a mostrar signos de deterioro, lo que requeriría reparaciones o desmantelamientos, según un informe de un instituto de Naciones Unidas.

Adeline Marcos | SINC
24/01/2021 - 10:38h.

En el año 2050, la mayoría de los habitantes de la Tierra vivirá aguas abajo de decenas de miles de grandes presas, de más de 15 metros de altura desde los cimientos hasta la cima o de entre 5 y 15 metros con más de tres millones de m3 embalsada, construidas a lo largo del siglo XX. Según un nuevo informe de la Universidad Naciones Unidas (UNU-INWEH), muchas de estas infraestructuras ya están obsoletas en cuanto a su diseño y superan su vida útil, situada entre los 50 y 100 años.

"La construcción de grandes presas surgió a mediados del siglo XX y alcanzó su punto álgido en los años 60 y 70, sobre todo en Asia, Europa y América del Norte, mientras que en África el pico se produjo en la década de 1980. El número de grandes presas después de eso declinó de forma continua y progresiva", explica el coautor Vladimir Smakhtin, director del Instituto de Agua, Medioambiente y Salud de la UNU-INWEH.

La mayoría de los más de 58.700 grandes embalses que se construyeron fue entre 1930 y 1970. El 60 % de las mayores presas se sitúa en Asia, donde cuatro países –China, India, Japón y Corea del Sur– encabezan la lista junto a EE UU y Brasil.

Solo en España, se construyeron 1.064 grandes presas, de un total de más de 1.200, que tienen una edad promedio de 56 años, siendo el país europeo con mayor número de embalses, y décimo a escala mundial.

A partir de los 50 años de antigüedad, estas estructuras de hormigón probablemente empiecen a mostrar signos de envejecimiento, como mayores quiebras o roturas que impliquen gastos crecientes de mantenimiento y reparación, aumento de la sedimentación del embalse y pérdida de la funcionalidad y efectividad. Todas estas causan están "fuertemente interconectadas", dice el documento.

Principales riesgos de las presas antiguas

Estas infraestructuras, que sirven de almacenamiento para el suministro de agua, riego, control de inundaciones, energía hidroeléctrica o incluso para entretenimiento, contienen un enorme volumen de agua que se estima que se sitúa entre los 7.000 y 8.300 km3, el equivalente a cubrir cerca del 80 % de la masa terrestre de Canadá bajo un metro de agua. Debido a su antigüedad, ¿a qué riesgos se enfrenta estas estructuras envejecidas?

El principal peligro, según el equipo de científicos, sería de ruptura de la estructura. "El peor de los casos es el colapso de la presa, que provocaría un gran número de víctimas y pérdidas económicas por valor de millones de dólares", asegura a SINC el autor principal del informe Duminda Perera, investigador en la UNU-INWEH.

A esto se añade la sedimentación que puede reducir la capacidad de almacenamiento de la presa. "Si no se eliminan, la estructura se vuelve obsoleta", reconoce. Los altos costes de mantenimiento y reparación aumentan también a medida que los embalses envejecen.

Los riesgos también parecen incrementarse debido al cambio climático, apunta el informe. Las presas construidas en el siglo pasado se basaron en datos hidrológicos "estacionarios", es decir que no cambian con el tiempo. "Debido al cambio climático, los registros de flujo de los ríos sí varían", advierten los autores.

Además, las lluvias más frecuentes e intensas pueden provocar cambios en el patrón de inundación con un mayor impacto en la estructura de la presa. "Así, una lluvia más extrema puede promover la erosión río arriba que conduce a una sedimentación acelerada de la reserva", continúa el científico. El aumento de las temperaturas fomenta también la evaporación de la superficie del embalse y hace que el almacenamiento de agua sea menos eficiente.

Según el informe, ante esto, solo las presas bien diseñadas, construidas y mantenidas pueden alcanzar los 100 años de servicio, por eso los autores sugieren que se producirá un incremento de "desmantelamientos", un fenómeno que se está acelerando en EE UU. "Las inspecciones periódicas y el mantenimiento oportuno pueden aumentar significativamente la vida útil de una presa", señala Perera.

En el caso de Europa, evitar el envejecimiento dependerá de las limitaciones económicas y prácticas o de mantener el uso original de la estructura. "La eliminación o desmantelamiento es una opción cuando es demasiado arriesgado mantener una presa más tiempo o cuando la presa ya no cumple su función", dice Perera.

Según los autores, si una presa debe eliminarse, parcial o totalmente, el desmantelamiento es mucho menos costoso que la reparación o la reconstrucción. "En general, el desmantelamiento de presas debe considerarse tan importante como la construcción en el proceso de planificación", recogen en el trabajo.

Las europeas, las más antiguas

Al igual que en España, donde el punto álgido de construcción se produjo en la década de 1960, la edad media de las presas europeas ronda los 50 años. Reino Unido es el país europeo que concentra las presas más antiguas con una edad media de 106 años.

Como estas, cerca del 10 % de las presas europeas alcanza esa edad en un continente donde la actividad para construirlas prácticamente ha cesado y pocos ríos y vías fluviales permanecen libres de obstáculos, aunque en España la edificación de presas se ha mantenido en los años 70, 80, 90 hasta nuestros días, pero en menor medida.

Existen además otras excepciones: "En Europa del Este y Turquía, la tasa de construcción, sobre todo de presas hidroeléctricas, se encuentra entre las más altas del mundo", subraya Perera.

Según los científicos, en general, la tendencia en Europa es eliminar y desmantelar las presas y proteger las vías fluviales y mantenerlas libres de obstáculos. Pero "esto no se debe a una preocupación por la seguridad pública, sino por motivos ambientales, ya que varios grupos instan a la restauración de rutas migratorias para los peces", concluyen los autores.

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