OPINIÓN|LA TRASTIENDA

“Ni Mañueco es Ayuso ni Castilla y León es Madrid”

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Alfonso Fernández Mañueco en los estudios de Radio Arlanzón.

El candidato-presidente, abocado a pactar con  minorías a las que ha repudiado si no quiere pasar por las horcas caudinas de compartir gobierno con Vox.

Redacción BurgosNoticias 
31/01/2022 - 07:30h.

Más allá de la avalancha de políticos nacionales que se han dejado ver por Castilla y León y del positivo en Covid de Francisco Igea, el primer fin de semana de campaña oficial ha discurrido bajo el influjo de los diversos sondeos de opinión que dibujan una recomposición de las Cortes en la que las minorías pueden tener un papel decisivo en la gobernabilidad de esta comunidad autónoma. Y no me refiero al polémico barómetro del CIS, que sitúa al PSOE como primera fuerza en intención de voto, sino a otra serie de encuestas que coinciden en alejar al PP de la mayoría absoluta (41 escaños) que rozaba en los sondeos difundidos nada más convocarse las elecciones del 13-F.

A la luz del universo demoscópico, se deduce que, tras el impacto inicial de su convocatoria, a lo largo de la precampaña se ha ido estabilizando el estado de opinión ante unas elecciones intempestivas a más no poder, convocadas en plena fase ascendente de la ola más contagiosa de la pandemia, sin ninguna urgencia que lo justificara y sacrificando unos nuevos Presupuestos de la Junta fundamentales para encarar la recuperación económica en Castilla y León.

Deslumbrado por el fenómeno electoral de Isabel Díaz Ayuso, el presidente Fernández Mañueco, decidió emprender, en comandita con Pablo Casado, esta huida hacia adelante confiando en repetir el resonante triunfo de la presidenta madrileña, quien, a diferencia de él, no se inventó la moción de censura que pretendía desalojarla de la Puerta del Sol. Pero, como se ha escrito ya por más de un analista, se está constatando algo tan evidente como que Castilla y León no es Madrid ni Mañueco goza del carisma político de Ayuso.

Y así se desprende del común de los sondeos aludidos, que sitúan las expectativas de voto del PP en torno a un 35 por ciento, cinco puntos por debajo del 40,2 por ciento que le atribuyó el realizado por Sigma Dos para CyLTV a finales del pasado año. De forma que la horquilla de escaños, que en esa encuesta oscilaba entre 38 y 42, se sitúa ahora en torno a los 34 que señalan los sondeos publicados por "El Español" y "El Confidencial" y "Onda Cero" y los 36 de los difundidos por "La Razón" y "El Debate", es decir, entre 5 y 7 procuradores por debajo de la mayoría absoluta.

Gobernar en solitario como lo hace Díaz Ayuso, sin acuerdo estable con ninguna otra fuerza, resultaría inviable en el escenario que diseñan esas encuestas, que atribuyen entre 27 y 29 escaños al PSOE, entre 9 y 10 a Vox y otra decena repartida entre un mínimo de cinco minorías (Unidas Podemos, Unión del Pueblo Leonés, Ciudadanos, Soria ¡ya! y Por Ávila), que pueden ser seis si alguna de las candidaturas de la España Vaciada se cuela en el reparto.

El peliagudo dilema del PP

En esa tesitura, Mañueco tendría básicamente dos opciones: Pactar con Vox o buscar entre las minorías los apoyos que necesita, tanto para ser investido presidente como para gobernar con una mínima estabilidad. La primera opción comportaría un gobierno de coalición con la formación ultraderechista, cuyos dirigentes no se cansan de repetir que no prestarán su apoyo al PP si no es a cambio de entrar en la Junta. "Es el momento de entrar en los gobiernos y de ejecutar nuestros programas", ha reiterado al respecto Rocío Monasterio.

La otra opción del candidato del PP sería la de tratar de encontrar entre las minorías -excluida, claro está, Unidas Podemos- los votos mínimos para ser investido presidente aunque sea en segunda votación (mayoría simple), apoyos que tendría que buscar entre la Unión del Pueblo Leonés, Por Ávila (XAV) y Soria ¡ya", toda vez que el candidato de C´s, Francisco Igea, ha anunciado por razones obvias su veto expreso a la investidura de Mañueco. "Lo único que tenemos claro es que no le daremos las llaves del piso al atracador", declaraba la pasada semana a "El Mundo".

Tampoco tendrá fácil el PP obtener el favor de los dos o tres procuradores que los sondeos atribuyen a los leonesistas, a los que en ocasiones ha equiparado con los secesionistas catalanes, y no digamos el del XAV, con el que su relación ha acabado como el rosario de la aurora. Y queda por ver qué actitud adopta "Soria ¡ya!", que irrumpe como primera fuerza política en la provincia.

El CIS alienta la esperanza socialista

Este es el peliagudo dilema que se les presenta a Mañueco y Casado en el caso de que los referidos sondeos estuvieran atinados. Y ni pensar quieren ambos en la catástrofe -ciertamente improbable- de que el que acertara fuera el barómetro del CIS de denostado Tezanos, según el cual el PP y Vox no sumarían mayoría absoluta, cálculo  supeditado a que Ciudadanos logre, contra todos los demás pronósticos, mantener un 7,9 por ciento de porcentaje de voto. Solo en este caso, el PSOE de Luis Tudanca podría repetir como primera fuerza política con opción de gobernar si consigue reunir los apoyos necesarios entre las formaciones minoritarias.

Aun descartando este último escenario, en el PP se han desatado los nervios al percatarse de que su órdago electoral no está siendo el paseo triunfal que Mañueco y Casado imaginaban. Sea porque su relato para justificar el adelanto no ha resultado mínimamente creíble, sea porque precipitaron la convocatoria sin sopesar la situación de pandemia (alrededor de 300.000 nuevos contagios en Castilla y León en lo que llevamos de sexta ola), sea porque tampoco midieron la caída de la participación en unas elecciones que por primera vez no se celebran al rebufo de las municipales.

Si a ello se añade que el CIS sitúa en un 26 por ciento el porcentaje de indecisos, la campaña electoral cobra un papel muy relevante ante un escrutinio en el que el último escaño a asignar en cada una de las nueve provincias puede caer de un lado o de otro por un puñado de votos.

Casado, expuesto a un tropezón

Estaba previsto de antemano que Pablo Casado se volcara en unas elecciones instrumentalizadas desde Génova al servicio de su carrera electoral hacia La Moncloa. Lo que no estaba en sus cálculos era que tuviera que volcarse para evitar un fracaso o una victoria pírrica muy alejada de la de Ayuso y por tanto muy contraproducente para esas aspiraciones. Como también lo sería pasar por las horcas caudinas de compartir por primera vez en España un gobierno con la ultraderecha.

De ahí que Casado vaya a multiplicarse por Castilla y León durante toda la campaña como si fuera él el candidato a la Junta, y que el PP, en un intento de atajar la sangría de votos hacia Vox, haya echado mano incluso de José María  Aznar, un expresidente con tal desapego hacia esta comunidad autónoma  que ni siquiera se ha dignado en  recibir la Medalla de las Cortes que le fue concedida en 2008.

Y desmintiendo a quienes afirmaban que iba a pasar de puntillas por estas elecciones, no lo verá tan mal Pedro Sánchez cuando estuvo el sábado en Zamora y visitará León y Soria antes de cerrar la campaña socialista en Valladolid. Unidas Podemos, al alza en todos los sondeos, tampoco ocultará al ministro Alberto Garzón y espera contar con la vicepresidenta Yolanda Díaz.

Con el viento muy a favor, la plana mayor de Vox, con Abascal al frente, seguirá "sembrando" por todas las provincias, y habrá que ver como recompone su campaña C´s tras la cuarentena de Igea. Hasta el día 13 esto va a ser un hervidero político. Después, puede que un mercado persa.

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