Todos dan ya por hecho que con la transaccional de Vox a la enmienda del PP, en la Comisión de Hacienda que se celebrará el próximo martes, el partido de la derecha radical populista dará el "si quiero" a su pacto de amor con los populares de derechas.
Nada más lejos de la realidad. Y no es porque los cuatro concejales de Vox no estén de acuerdo con lo últimamente afirmado, sino porque desde la su sede de calle Bambú de la capital de España, no todos comparten esos planteamientos.
También hay bastantes militantes de base, e incluso cargos y excargos de esta formación que 'amenazan' con abandonar el partido, como se ha podido comprobar en alguna red social.
La situación que se les presenta a sus ediles de la Plaza Mayor es preocupante. El jueves recibieron una consigna del 'sector más religioso' de Vox Nacional y el lunes pueden recibir una contra-consigna del 'sector más político', que considera que lo que pueda votarse en Burgos puede influir en otros ayuntamientos donde sus apoyos son imprescindibles para alcanzar mayorías en las votaciones.
Tampoco echan en saco roto la campaña nacional de diferentes medios de comunicación, 'escorados a la izquierda' que valoran positivamente, no sólo por haberles salido la misma gratis total, sino porque consideran que era lo esperado que expresaran.
Si tengo que dar una opinión muy personal, sigo apostando porque Vox no va a aprobar los Presupuestos del Pleno Municipal del viernes 22 de noviembre, salvo que se rompa la disciplina y no se cumplan las recomendaciones y exigencias de Madrid.
Si tal cosa sucediese, el Presupuesto 2025 habría que aprobarlo con los votos del Partido Popular y el PSOE, o en otro caso, vinculándolo la alcaldesa a una Moción de Confianza.
En resumen, 'hasta que no pasa el último cura no se acaba la procesión'.
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