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El nuncio de Su Santidad visita Burgos para celebrar los seis siglos del monasterio de Santa Dorotea

Mons. Bernardito Auza

Mons. Bernardito Auza ha celebrado una solemne misa de acción de gracias en el templo de las religiosas canónigas regulares lateranenses de San Agustín, conocidas popularmente en Burgos como «las doroteas», que celebran 600 años de la fundación de su monasterio

Redacción BurgosNoticias 
05/05/2024 - 20:53h.

El Real Monasterio de Santa Dorotea de canónigas regulares lateranenses de San Agustín ha acogido este domingo una solemne misa de acción de gracias por estos 600 años de presencia en Burgos, que ha presidido el nuncio apostólico de Su Santidad en España, Mons. Bernardito Cleopas Auza y que ha sido concelebrada por el arzobispo de Burgos, Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, así como por el arzobispo emérito de Burgos, Mons. Fidel Herráez Vegas, el obispo emérito de Jaén, Mons. Ramón del Hoyo López, natural de Burgos, así como más de una docena de sacerdotes, entre los que se encontraban el vicario general de la archidiócesis, Carlos Izquierdo Yusta., y el capellán del monasterio, Óscar Moriana López de Silanes. Es el acto central de una serie de eventos organizados por estas religiosas para conmemorar el VI centenario de su fundación en la ciudad de Burgos.

El nuncio ha llegado minutos antes de las 12 del mediodía al Real Monasterio, acompañado por el arzobispo de Burgos y el arzobispo emérito. A la entrada de la iglesia le esperaba una comitiva de bienvenida, formada por la madre federal de la Orden, la madre Irene Estadella, la priora de la comunidad, sor Pilar Fernández, y un numeroso grupo de religiosas de la misma Orden, venidas de Arceniega (Álava), Palencia y Palma, monasterio este último del que depende la comunidad de Burgos. Durante la recepción al nuncio se han podido escuchar expresiones en tagalo, lengua materna del representante del Papa y de muchas de las hermanas presentes, que han dado un sabor especial a la celebración.

Ante una iglesia abarrotada de fieles, que han querido acompañar a las monjas en esta ceremonia, el nuncio ha repasado en su homilía la historia de este Real Monasterio, así como la vinculación que esta orden religiosa tiene con su isla natal, Bohol, donde ya hay tres fundaciones de estas monjas. Seguidamente, Mons. Auza ha desgranado el sentido de las lecturas del día, poniéndolo en relación con los mensajes que san Juan Pablo II y Francisco han transmitido a la vida contemplativa.

En concreto, el nuncio ha citado las palabras que el papa polaco dirigió a unas carmelitas, al poco tiempo de ser elegido, a las que dijo que ellas «extraen del Corazón de Cristo todas las riquezas, viviéndolo y dándolo a todos». Y, citando a Francisco, en unas palabras que dirigió a un grupo de carmelitas descalzas, pero aplicables a la vida contemplativa en general, ha señalado que «la vocación contemplativa no lleva a custodiar cenizas, sino a alimentar un fuego que arde». «Un fuego que arde», ha proseguido, «del que nos habla la Palabra de Dios en este VI Domingo de Pascua. El mensaje pascual de este domingo es el amor. 'Dios es amor', dice la segunda lectura».

«Al entregarle al Señor la vida en la contemplación, se tiene en cuenta que, si uno está solo, lo está por los otros. No es una vida de egoísmo, ocupados en nuestros intereses los cuales muchas veces podemos colorear de espirituales. Y es que, esta soledad, no es separación. Tampoco es indiferencia o desprecio de cuanto ha salido de sus manos. Es separación de todo lo que no es amor, es decir, de todo lo que no es necesario», ha explicado el nuncio.

Recordando a San Agustín y los tres puntos fundamentales de su vida y enseñanza, Mons. Auza ha apuntado que «podemos decir que es el Amor el que trasforma las almas haciéndolas interiores; es el amor que nos congrega en uno en la comunidad; es el amor, en tercer lugar, que nos da la percepción de la necesidad para socorrerla con misericordia, sobre todo, con la disponibilidad a la necesidad siempre urgente de la Iglesia en el servicio de la evangelización en la misión».

Tras la celebración eucarística, las religiosas han invitado al nuncio a conocer de cerca a la comunidad de religiosas, mostrándole las dependencias del monasterio, y también ha compartir con ellas una comida de fraternidad, tras la que las hermanas de origen filipino han ofrecido un pequeño recital de música con canción en tagalo incluida.

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