Investigación

Magia céltica en Burgos

Religión y mundo mágico se confunden en la espiritualidad céltica. Lo mágico del mundo celta nace de la concepción que tienen sobre la religiosidad con sus mitos y sus ritos. Los ritos tienen una organización y significado mágicos, por eso presentan unas formas y ceremonias específicas y complejas. Son complejas porque lo religioso, lo civil, lo político, en fin, todas las facetas de la vida, están íntimamente imbricadas y complementadas.

Ignacio Ruiz Vélez
24/02/2017 - 10:37h.
Ara dedicada al dios Vurovio, procedente de Barcina de los Montes, Burgos donde hubo un santuario al aire libre dedicado a este dios. Se conocen cuatro lápidas dedicadas a él, ya de época romana. Dio nombre a La Bureba y quizás a Briviesca.
Ara dedicada al dios Vurovio, procedente de Barcina de los Montes, Burgos donde hubo un santuario al aire libre dedicado a este dios. Se conocen cuatro lápidas dedicadas a él, ya de época romana. Dio nombre a La Bureba y quizás a Briviesca.

Los ritos, ejecutados por personas específicas, los druidas (dru en celta es roble), eran el intento de comunicarse con los dioses y con los poderes sobrenaturales: los sacrificios (humanos y de animales), el ritual de la deposición y destrucción de los objetos sagrados, los espacios sagrados, los cultos asociados a las aguas y otros elementos naturales, las creencias sobre la muerte y los ritos vinculados con el tránsito al más allá, cómo perciben los celtas a sus dioses y cómo los representan, etc., son formas de la ritualidad con alto contenido mágico en su organización.

En la concepción del mundo celta, muy marcada por el reto de las fuerzas de la naturaleza y el misterio de la muerte, existían dos ámbitos bien diferenciados pero que están complementados. Uno es el mundo del orden representado por el poblado (castro y oppidum) donde viven las personas, el cual aparece perfectamente individualizado y definido por una muralla (no sólo de carácter defensivo sino con su sentido mágico y religioso de protección) donde las cosas aparecen perfectamente organizadas y distribuidas; otro es el mundo de fuera, el de la naturaleza, el del desorden y el caos donde existen multitud de espíritus y cuya función es molestar, cuando no atacar a los humanos. Sin embargo en esa naturaleza hostil, y a veces despiadada, hay lugares donde los dioses se ponen en contacto con los hombres (hierofantas) y los hombres buscan la protección de esos dioses; son los lugares sagrados (el nemeton).

Estos lugares pueden ser algunas cimas de montes (Monte Dulla en Burgos, Peñalba de Villastar), cuevas (San García de Burgos, La Griega), rocas (sacra saxa o altares sagrados como los de Gete, Burgos), bosques (Barcina de los Montes, Burgos; Los Carnutes)), fuentes (La Fuentona de Soria), lagunas (Poceirón en La Aldea del Pinar, Burgos) o pozos, ríos, etc., donde en ocasiones aparecen inscripciones ya de época romana (Barcina de los Montes dedicadas al dios Vurovius, que da nombre a La Bureba; Peñalba de Villastar).

Todos estos lugares eran mágicos y allí se llevaban a cabo los ritos correspondientes para buscar la protección (carácter apotropaico) o apaciguamiento de los dioses que eran conducidos por los dioses como nos dice Julio César: Los druidas se ocupan de los asuntos sagrados, de conducir los sacrificios públicos y privados, e interpretar todas las cuestiones religiosas. Muchos sacrificios, muy preferidos por los celtas, estaban vinculados a rituales de adivinación por medios mágicos para predecir el futuro y controlar lo sobrenatural; incluso había sacrificios humanos, como nos cuentan Tito Livio y Plinio, llevados a cabo de distintas maneras: quemados, ahogados, apuñalados o ahorcados como nos dicen Diodoro y Estrabón. El caso más conocido es el llamado "Hombre Lindow" encontrado en el pantano de Cheshire en 1984, que fue golpeado en la cabeza, estrangulado y degollado (la llamada triple muerte entre los celtas) siendo un joven de 25 años y fechado entre los siglos III y II a.C. En España se conocen algunos posibles casos como el de las tres personas sepultadas en el torreón bilbilitano correspondiendo, quizás, a un rito de fundación de la construcción.

Laguna sagrada llamada Poceiron (dios celta Airón), La Aldea del Pinar, Burgos. Era santuario sagrado vinculado al rito de paso al más allá. En España hay más de 60 lugares así llamados con el mismo significado.
Laguna sagrada llamada Poceiron (dios celta Airón), La Aldea del Pinar, Burgos. Era santuario sagrado vinculado al rito de paso al más allá. En España hay más de 60 lugares así llamados con el mismo significado.

Los santuarios de la Península Ibérica no son tan espectaculares como los de Francia, Inglaterra o toda Centroeuropa que se conocen muy bien desde hace tiempo: los pozos o fosos (favissa) rellenos de piezas y huesos, los viereckschansen o recintos cuadrangulares, los famosos santuarios de Provenza (Rochepertuse, Entremont, Glanum), los fana o templos romano-celtas ya tardíos de los que no hay en Hispania, los brandopferplaätze o lugares donde se queman ofrendas.

El concepto de santuario, en el mundo celta, es polivalente y con una multitud de variantes cuya naturaleza hemos visto más arriba. Una diferenciación básica es entre santuarios urbanos y rurales. Los primeros se encuentran dentro del poblado y pueden ser públicos, como el de Catrejon de Capote, Badajoz) con una construcción específica para el caso y restos de las ceremonias llevadas a cabo; y privados, de carácter doméstico, en una habitación de la casa como es el caso de Cuéllar. Los santuarios rurales son atectónicos, sin una construcción específica, ubicados en los lugares naturales citados más arriba. Hay santuarios extraurbanos pero en las inmediaciones de las puertas de los poblados para ceremonias de paso o tránsito como el Lapis Manalis, junto a la Puerta Capena de Roma. Entre los rurales están los santuarios territoriales que son colectivos o de gentilidades o de tribus y los de frontera porque están en la frontera entre dos o más tribus como el de Barcina de Los Montes, entra cántabros, caristios y autrigones, o los de Gete entre pelendones, turmogos y vacceos.

Peña sagrada o altar rupestre de Gete, Burgos donde se hacía ritos y sacrificios.
Peña sagrada o altar rupestre de Gete, Burgos donde se hacía ritos y sacrificios.

Entre los santuarios rurales los más conocidos son los llamados altares rupestres o sacra saxa (peñas sagradas) en los cuales se hacían sacrificios de toda índole. Eran lugares de peregrinación donde además de los ritos sagrados se hacían banquetes donde participaban todos los miembros del poblado, la gentilidad o la tribu. Eran un a modo de romerías actuales y se entendían como actos de sociabilidad para incrementar la cohesión del grupo. Las peñas sagradas eran, también, muy variadas pues unas eran peñas o altares vinculadas al numen loci, el espíritu o dios del lugar (caso de Barcina de los Montes dedicado al dios Vurovius); altares rupestres para ceremonias de carácter social y religioso general; peñas adivinatorias; peñas propiciatorias (llamadas de ánimas, de deseos, de matrimonio); y de otras funciones diversas.

Generalmente los altares rupestres suelen presentar unos rasgos específicos y comunes a la mayoría de ellos porque los ritos así lo exigían. Por una parte, un primer elemento es la roca o peñasco en la cual se ubicaba el santuario, peña más o menos grande como es el caso del primer altar de Gete (7 m de altura y 72 m de largo); unas entalladuras o escalera de acceso a la parte superior donde se encontraba el lóculo o lóculos donde se hacían los sacrificios; a veces aparecen grabados e inscripciones (ya de época romana) donde se dice el dios al que está dedicado (Lugus, Endovélico, Vurovio, Ataecina, etc.); cerca de agua, bien sea una fuente o un río o arroyo porque el agua era muy importante en los ritos de purificación (como existe en todas las religiones); y cerca de vías de comunicación o caminos por donde transitaban las gentes y los grupos.

La mayoría de todos estos santuarios han proporcionado muchos materiales arqueológicos pero estos sólo nos dan información sobre las formas ceremoniales; es decir, los aspectos externos de los ritos y de la religión, no sobre el contenido espiritual de su religiosidad y los sistemas de creencias. Por otro lado, tenemos información escrita pero es de época romana cuyos datos están manipulados por unas gentes que consideraban bárbaros a los celtas. Lo que sí es cierto es que los celtas eran muy religiosos como decía Julio César de los celtas galos y cuyos actos religiosos o rituales tenían un alto contenido mágico.

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