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La religiosa burgalesa Caridad Álvarez, asesinada en Argel en 1994, será beatificada el sábado

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La misionera, nacida en Santa Cruz de la Salceda, fue abatida a tiros junto a otra hermana agustina misionera, Esther Paniagua, cuando acudía a misa en Argel.

Redacción BurgosNoticias 
07/12/2018 - 11:33h.

Dos agustinas misioneras españolas, una de ellas burgalesa y la otra leonesa, serán beatificadas el próximo sábado en la Basílica de Santa Cruz de Orán junto con otros 17 mártires asesinados en Argelia entre 1994 y 1996, entre ellos el que fuera obispo de dicha diócesis, Pierre Claverie. Se trata de Caridad Álvarez Martín, natural de Santa Cruz de la Salceda, y Esther Paniagua Alonso, de Izagre (León),  que fueron abatidas a tiros en 1994 cuando se dirigían a misa.

La oleada de violencia que se desató en los 90 en Argelia, y que afectó principalmente a los religiosos misioneros, fue tan extrema que el obispo de Argel, Henri Teissier, recomendó a las comunidades religiosas que se plantearan su marcha. La hermana María Jesús Rodríguez, entonces superiora provincial de las Agustinas Misioneras, viajó hasta Argel para discernir con la comunidad sobre su futuro. Tras unos días de reflexión, las tres integrantes de la comunidad decidieron libremente continuar en Argelia «por fidelidad al Evangelio, por amor al pueblo argelino que les había acogido, porque ellas estaban compartiendo fe y vida con ese pueblo y no querían huir sino correr su misma suerte», según explica la religiosa, que vivió directamente el martirio de Caridad y Esther.

La propia hermana María Jesús vivió directamente el martirio de Caridad y Esther. En la tarde del 23 de octubre acudieron a misa a la capilla de las Hermanitas de Foucauld, a pocos metros de la casa de las Agustinas Misioneras. El trayecto lo hicieron en parejas, tal como les había recomendado la embajada. Por delante salieron Caridad y Esther y tras ellas la superiora provincial y Lourdes, la tercera hermana de la comunidad. «Caridad y Esther torcieron la calle y las perdimos de vista. En ese momento sonaron dos disparos. Instantes después la gente comenzó a correr y una señora nos metió en su casa. Oímos llorar y supimos que un cristiano había muerto. Subimos al tejado de la casa, desde donde se veía la capilla de las Hermanas de Foucauld y vimos los cuerpos de Cari y Esther tirados en el suelo», relata.

Caridad, más conocida como Cari, nació en el pueblo burgalés de Santa Cruz de la Salceda el 9 de mayo de 1933 y era la penúltima de doce hijos. Ingresó en la congregación de las Agustinas Misioneras en el año 1955 e hizo su profesión temporal el 26 de abril de 1957. Pronto fue destinada a Argelia. Emitió los votos perpetuos el 3 de mayo de 1960. Su delicada salud le hizo retornar a España un tiempo, pero una vez recuperada regresó al país africano, donde se dedicó a la acogida de todos los que llegaban a la casa, tenía a punto todo cuando las hermanas regresaban del trabajo, dedicaba parte de su tiempo a atender a los niños que iban a estudiar a la casa y por las tardes preparaba un té que servía a un grupo de ancianos cristianos y musulmanes que acudían al hogar del anciano, según cuentan sus compañeras.

La religiosa se sabía amenazada de muerte, pero con una firme vocación, y enamorada de la misión, no dudó un instante en permanecer al lado del pueblo que le había acogido y al que amaba profundamente: «Estoy abierta y obediente a lo que Dios quiera de mí, y a lo que vean mis superiores». «María estuvo abierta al querer de Dios, quizá le costó. Deseo estar en esa actitud frente a Dios en los momentos actuales». Sus palabras, llenas de lucidez e intuición, revelan su honda vivencia espiritual.

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