Conducir con falta de sueño o bajo efectos del alcohol, multiplica por 5 las probabilidades de sufrir un siniestro de tráfico, pero puede llegar a multiplicarse por 30 cuando concurren ambos factores.
Los problemas del sueño pudieron estar presentes en el 7% de los siniestros mortales de tráfico en 2021, lo que significa que 77 personas fallecieron por este motivo. Teniendo en cuenta los datos de la última década, de media cada año, 75 personas fallecieron y otras 250 resultaron heridas graves.
Este es el dato aportado por el director general de Tráfico, Pere Navarro, durante la jornada Somnolencia y Conducción, celebrada el pasado miércoles, 5 de julio, en la sede central del Organismo y cuyo objetivo fue congregar a expertos de diferentes sectores para debatir sobre la somnolencia en nuestro país y cómo este factor tiene una incidencia directa en la siniestralidad vial.
Durante su intervención Navarro destacó que el 42% de los siniestros mortales son salidas de la vía y que el 38% de los fallecidos fueron por distracción "un cajón desastre donde incluimos el móvil, en el que nos hemos centrado mucho en los últimos años, pero también la somnolencia y la fatiga, que son los grandes olvidados a los que quizás no les hemos dedicado la suficiente atención". "Por eso, la celebración de esta Jornada sirve para abrir el debate y comenzar a trabajar en un tema que tiene un amplio recorrido".
Álvaro Gómez, director del Observatorio de Seguridad Vial de la DGT, ha señalado que el siniestro tipo en el que la somnolencia está presente es una salida de vía, en autopistas de madrugada, sin dejar huellas, con visibilidad, sin pasajeros y sin otros factores concurrentes. Por su parte, el general jefe de Operaciones de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, Tomás García Gazapo, ha señalado la importancia de parar al menor síntoma de sueño. "No está interiorizado por la sociedad que el sueño sea un riesgo de siniestralidad vial y es algo que tenemos que cambiar".
Según el experto, esta privación del sueño tiene consecuencias importantes en la vida como es el debilitamiento del sistema inmunitario, trastornos cardiovasculares, metabólicos, enfermedades neurodegenerativas, problemas de fatiga y salud mental y por supuesto un mayor riesgo de siniestralidad vial, que puede ser de cuatro veces más en caso de que el conductor haya dormido entre 4 y 5 horas o llegar a multiplicarse por once en el caso de dormir menos de a 4 horas.
La DGT ha recordado que fue pionera en 1997 cuando legislativamente recogió los trastornos del sueño en la conducción -una redacción prácticamente copiada en la Directiva Europea 2014/85/EU- y de carácter prohibitivo, porque no regula la asistencia del paciente y lo que la hace es que es percibida por el conductor como punitiva, en vez de beneficiosa. Esta característica sumada a la falta de coordinación entre las instituciones relacionadas con la conducción, nos lleva a que el cumplimiento de la legislación actual sobre somnolencia y conducción sea muy difícil de llevar a cabo. "Vivimos en un país que legisla muy bien, pero al que le cuesta cumplir, porque mayormente no arbitramos los mecanismos adecuados para hacerlo cumplir".
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