El CENIEH lidera un estudio donde se aplican ocho años de trabajos geomáticos, con drones, escáneres láser 3D y sistemas de posicionamiento satelital, para analizar este glaciar rocoso del Pirineo aragonés, con el fin de contribuir a la comprensión de la criosfera de gran altitud en condiciones de cambio climático
Adrián Martínez Fernández, responsable técnico del Laboratorio de Cartografía digital y Análisis 3D del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), lidera un artículo publicado en la revista Remote Sensing sobre la evolución superficial del glaciar rocoso activo de La Paúl, macizo de Posets, situado en el Pirineo aragonés, cuyos resultados muestran un desplazamientos ladera abajo de casi de 40 cm al año entre 2013 y 2020, en gran parte de su superficie.
Distribuidos por múltiples regiones montañosas de todo el mundo, estas masas lobuladas o con forma de lengua compuesta por derrubios, que se desplazan ladera abajo por la deformación del hielo de su interior, pueden proporcionar información sobre el comportamiento del permafrost y la evolución climática y paleoclimática de las regiones montañosas. El permafrost hace referencia al terreno permanentemente congelado, uno de los componentes fundamentales de la criosfera, que es una parte integral del sistema climático global.
Gracias a la aplicación de múltiples técnicas geomáticas (drones, escáneres láser 3D y sistemas de posicionamiento satelital) en el estudio de los glaciares rocosos, se puede conocer mejor el comportamiento de estas geoformas. Como explica Adrián Martínez Fernández, la sinergia de estas técnicas "nos ha permitido el control preciso del glaciar rocoso y definir la evolución de su superficie con un detalle y periodicidad sin precedentes en la región".
Esta investigación, financiada a través de los proyectos ministeriales CGL2015-68144-R y PID2020-113247RB-C21, es fruto de la colaboración entre el CENIEH y el Grupo de Investigación Reconocido Patrimonio Natural y Geografía Aplicada (GIR PANGEA) de la Universidad de Valladolid, que con el apoyo de la Universidad de Extremadura lidera los trabajos de monitorización. Junto a ellos, han participado investigadores de los departamentos de Geografía de la Universidad de Cantabria y de la Universidad de León.