CULTURA

El CAB abre un nuevo ciclo expositivo con las propuestas de Leiko Ikemura, Carmen F. Sigler y Julián Valle

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Las exposiciones estarán abiertas hasta el próximo 30 de mayo en el centro de arte contemporáneo de la Fundación Caja de Burgos.

Redacción BurgosNoticias 
05/03/2021 - 18:52h.

El Centro de Arte Caja de Burgos CAB inaugura hoy sus tres nuevas propuestas artísticas, concebidas, respectivamente por Leiko Ikemura, Carmen F. Sigler y Julián Valle, y que permanecerán abiertas al público hasta el próximo 30 de mayo.

Leiko Ikemura compone para el CAB una llamada de atención sobre una sociedad cada vez más sofocante a través de una obra calmada; Sigler, una de las creadoras más destacadas de la historia del videoarte español, muestra en exclusiva sus trabajos más recientes; y Julián Valle recorre espacios de fuerte carga evocativa, habitados por la memoria y por la trascendencia

de cuanto contuvieron.. Juntos abren la programación de 2021 en el CAB.

Leiko Ikemura: Aún más mañanas

Leiko Ikemura (Tsu, Mie, Japón), radicada en Europa desde 1972, está considerada como una de las artistas más relevantes del arte de nuestro tiempo. Esta es su primera exposición en España en un centro de arte.

Cuanto hay de transformable en nosotros, en nuestra propia condición humana imbricada con la naturaleza de la que formamos parte, junto a la restitución de la feminidad como un valor plástico y argumental, definen el trabajo que Leiko Ikemura viene realizando en los últimos años. Son formas híbridas, en las que el empleo de los materiales cercanos a la tierra -cerámicas, bronces, pigmentos- refuerzan la representación de unos seres equiparados en su condición vital. Figuras humanas transmutadas en árboles, órganos vegetales personificados y animales atravesados por atributos herbarios nos hablan de un mundo en el que la frontera entre las especies debe ser replanteada.

Ikemura, que ejemplifica ella misma esa amalgama cultural entre dos mundos aparentemente tan distantes como Occidente y Oriente, reclama con su obra la necesidad de unos valores compartidos con cuanto nos rodea. Sus dibujos, acuarelas y esculturas transustancian su condición de simples soportes artísticos con un nuevo territorio en el que lo convencional se suspende. Tan cerca de lo metafísico como de lo onírico, las formas evanescentes de su pintura se funden en un fondo igualmente incorpóreo del que tan pronto surgen como emergen. Los paisajes sugieren un relato inacabado al que el público debe contribuir con su determinación. Las figuras femeninas renuevan su condición antropomórfica para erigirse en las protagonistas imprescindibles. Frágiles, casi intocables, la artista reivindica para ellas una vulnerabilidad que entiende como una de las formas más honestas de expresión y con la que, en sus propias palabras, cuestiona "la representación alegórica que la historia del arte ha erigido en torno a la realidad de la mujer".

No es tampoco ajena al trabajo de Ikemura la poesía presente de manera decidida en cada elección, en cada color, en cada trazo, en el manejo de la luz, en la suavidad atmosférica con que envuelve en una suerte de calculada niebla su trabajo. Leiko Ikemura compone para el Centro de arte Caja de Burgos CAB una llamada de atención sobre una sociedad cada vez más sofocante a través de una obra calmada, trasunto de la personalidad de la artista, pero en la que recae sobre el espectador la misión de aportar misterio a la narración y convertirla en algo fantástico o, por el contrario, mantenerla en el terreno de la realidad.

La exposición de Leiko Ikemura en el CAB ha sido realizada con la colaboración de la Galería Kewenig y de la Ikemura Foundation.

Carmen F. Sigler: Eso importante que aún no puedo nombrar

Es Carmen Sigler (Huelva, 1960) una de las videoartistas más importantes de nuestro país. Su obra, exhibida en numerosos museos españoles y extranjeros, ha sido recientemente revisada en profundidad a comienzos de 2019 en el Palacio Condes de Gabia de Granada. El Centro de Arte Caja de Burgos CAB ofrece, en absoluta primicia, varias de sus últimas creaciones, acompañadas por algunos de sus trabajos más emblemáticos.

Lo significativo de la formalización expositiva de Carmen Sigler es que no se limita exclusivamente a la proyección de sus películas (verdaderas producciones cinematográficas) sino que se completan con numerosos recursos plásticos dando lugar a sutiles instalaciones en las que el dibujo cobra un destacado protagonismo.

En palabras de Susana Blas, que ha comisariado para el CAB la exposición, la obra de Carmen Sigler puede sintetizarse en las siguientes áreas temáticas: "una reflexión sobre el imaginario y los estereotipos asociados a la identidad femenina, una valoración de las dificultades que soporta el colectivo de artistas para hacer arte comprometido en una sociedad mercantilista;  y una investigación sobre las violencias estructurales que afectan a la humanidad (machismo, clasismo, racismo y crisis medioambiental) a las que debemos poner freno desde una mirada ecologista que tome en consideración el entorno natural, y en concreto: a los animales no humanos."

Organizada en seis secciones, con seis capítulos nítidos y contrastados, la exposición de Carmen Sigler en el CAB refuerza, revisa y reformula las líneas de trabajo habituales en su obra, a la par que la autora se abre hacia otros territorios, menos explorados hasta la fecha en su quehacer, y que la situación provocada por la crisis de la Covid-19 ha convertido en inaplazables, como es nuestra relación con la naturaleza y con el resto de seres con quienes estamos obligados a compartirla.

La muestra incluye uno de los trabajos más icónicos de la autora, Mamá Fuente (2006), en el que la artista transforma el cuerpo de la mujer-madre en un surtidor de virtudes. El resto de las piezas son En la piel de la barbarie (2018), Naturaleza soy (2020), Cuaderno de bitácora (2020), Alegoría en tres actos (2021) y El tiempo de la llama (2021).

Julián Valle: El tejido del mundo

Con la maestría que le es propia Julián Valle (Aranda de Duero, 1963) ha realizado para el Centro de Arte Caja de Burgos CAB una de sus propuestas más acabadas, de mayor riesgo personal y sugestivo vigor. La destreza de sus indescriptibles acuarelas borra por completo los límites entre los géneros y los soportes y nos acerca a una nueva naturaleza expresiva, provista por igual de precisión y de arrebato emocional. Nada de cuanto aparece es superfluo, ni siquiera el relato que lo sustenta fuera del marco de lo representado.

Para El tejido del mundo Julián Valle ha partido de lo que él describe como "un itinerario por unos lugares determinados". Espacios de fuerte carga evocativa, habitados por la memoria y por la trascendencia de cuanto contuvieron. Receptáculos cóncavos destinados a unos cuerpos ya ausentes, pero impregnados de su paso. La "presencia de la ausencia", en palabras del autor, que ha dado forma a construcciones de apariencia sencilla, pobreza material y significación nunca del todo desvelada, pero de enorme aliento simbólico.

El artista ha venido recorriendo en los últimos años diferentes espacios vinculados al eremitismo rupestre, atraído precisamente por sus emplazamientos, por su precariedad, por su accidentada topografía, por la confusa relación que en ellos establece la ocupación transitoria del hombre y lo circunstancial del terreno elegido, por la sensación de profanamiento que su visita impregnará al lugar al ocupar su luz y modificar su sombra.

Fruto de un profundo estudio documental y formal, Julián Valle ha trazado para el CAB un hilo argumental establecido en tres estaciones sin intención jerárquica. Más como un fluir, como un hilo, según él mismo nos advierte, que como un estadio cerrado y concluido, las acuarelas y los vaciamientos cerámicos que ocupan el nivel +1 del centro trazan un camino circular y serpenteante. Un modo de trasladar al plano la sensación física de lo cóncavo, de lo excavado, que las obras refieren.

Con un uso muy particular del color (tradicionalmente la pintura de Julián Valle recurre a gamas muy regulares con los que obtiene matizados contrastes lumínicos), en las obras creadas para el CAB el autor ha reforzado las tonalidades cromáticas acentuando su virtualidad expresiva.

No puede haber rapidez, ni premura, ni desaseo en un trabajo que se construye sobre la fragilidad de la memoria. Las salas excavadas en la roca comparten similar código plástico con pinturas en las que el autor parece apoyar su espalda contra la pared de la gruta y mostrarnos lo que sus ojos ven fuera de ella imágenes aterciopeladas, levemente neblinosas y de melancólica atmósfera.

Otras obras prefieren la frontalidad de un halo antropomorfo. En ocasiones sugieren una entrada, en otras una cista convertida hoy en hermoso depósito pluvial. No es infrecuente aquí encontrarnos con un dominio de los verdes y los colores terrosos, pigmentos con los que eleva la luminosidad del motivo elegido hasta convertirlos en artefactos escultóricos.

Porque, en efecto, en la obra de Julián Valle ha estado siempre muy presente la escultura. No son pocos sus trabajos mixtos, en los que el diálogo entre la figura exenta y el plano pictórico caminaban de la mano. Tampoco en esta ocasión el artista nos ha hurtado esa presencia del volumen. Vaciamientos de gres de hallazgos, tal vez reales, tal vez mentales; híbridos de objeto arqueológico y de modelo a escala; objetos mestizos, cuencos para ser soportados en la cavidad de nuestras manos y formar parte de ese hilo con el que el autor confecciona el tejido del mundo.

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