Bar Arandino, en la calle Cardena Segura, muy cerca de la catedral y de la Plaza de la Flora cerrará al público el próximo 30 de junio. Como ha sucedido con otros establecimientos de la zona, la construcción de viviendas en ese y en otro bloque anexo se lleva por delante momentos de la historia de muchos burgaleses.
Era un bar con encanto. Su principal especialidad, los calamares, tanto en raciones como en bocadillos, aunque los parroquianos tenían muchas más cosas para degustar.
Establecimiento muy vinculado con el movimiento asociativo de la zona era también lugar obligado para los aficionados blaugranas que acudían a presenciar los partidos de su equipo.
Ahora, casi 70 años más tarde de su apertura, dará paso a un bloque de viviendas, unidas al edificio contiguo y con posible entrada por la calle de La Paloma.
Los clientes habituales ya están mirando otro sitio en las inmediaciones que pueda intentar llenar el vacio que el Bar Arandino va a dejar, sin lugar a dudas, entre muchos burgaleses, jóvenes y mayores que especialmente por las tarde sabían que en ese lugar siempre encontraban un producto de calidad y a un precio justo.
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