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El valioso legado de Gaudí en León

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Foto: Wikimedia / Turol Jones / CC BY 2.0

León puede presumir de contar con dos de las tres únicas obras que el arquitecto Antonio Gaudí ha dejado a su paso fuera de Cataluña (la tercera de ellas es el Capricho de Gaudí en Cantabria). Los amantes en la región de este arte que consiste en plasmar y construir edificaciones y espacios, tienen al alcance de la mano visitar en un breve lapso de tiempo estas célebres creaciones de la época neogótica del artista catalán.

Redacción BurgosNoticias 
30/01/2019 - 17:40h.

Por orden cronológico en cuanto a su construcción, tenemos en primer lugar el Palacio Episcopal de Astorga cuyas obras comenzaron en 1889. Su edificación fue proyectada sobre las ruinas del original Palacio Episcopal, que en diciembre de 1886 había sido totalmente calcinado como consecuencia de un incendio.

Pese a estar inmerso en proyectos de tanto calado como la Sagrada Familia o el Palacio Güell en Barcelona, Gaudí aceptó la oferta de su amigo y por aquel entonces obispo de Astorga, Joan Baptista Grau, para hacerse cargo de la construcción. El propio obispo se encargó de enviar fotografías del lugar para que el arquitecto proyectara el actual edificio. Se da la circunstancia de que, tras la muerte de Grau en 1893, Gaudí abandonaría las obras, a falta de concluir el piso superior y la cubierta, por discrepancias con el cabildo. La construcción se retomaría años después y llegaría a su conclusión en 1915 bajo la supervisión del arquitecto diocesano de León, Ricardo García Guereta.

 

Foto: Wikimedia / Betelgeuse434 / CC BY-SA 4.0
Foto: Wikimedia / Betelgeuse434 / CC BY-SA 4.0

El Palacio está construido con granito gris del Bierzo con la intención de no romper la armonía con la vecina catedral. Una de las principales premisas de Gaudí era conseguir que su exterior se viera como un castillo y su interior como una iglesia, un objetivo que tras contemplarlo parece más que logrado. Se alza sobre una planta de cruz griega y es custodiado por cuatro torres cilíndricas en sus esquinas y un foso que abastece de luz natural a los sótanos del Palacio. De su fachada destaca sobremanera la belleza de los arcos de su imponente pórtico.

 

En su interior se puede disfrutar de una gran riqueza ornamental lograda a través de sus vidrieras, mosaicos y cerámicas. La vista del vestíbulo es espectacular, con su bóveda de crucería, arcos neogóticos y columnas.

Desde 1962 el palacio ha sido reconvertido en un museo dedicado al Camino de Santiago, y en la actualidad acoge diferentes colecciones entre las que destaca una de objetos arqueológicos de la época romana y medieval, además de otras con diversas piezas de arte.

Aquí se puede encontrar el horario de visitas y su tarifa de precios.

 

Casa Botines

Como la visita a Astorga es solamente el principio del plan, llega el momento de desplazarse los 50 kms que separan a ésta de la capital de provincia para continuar con la ruta que sigue los pasos de Antonio Gaudí. Y es que León alberga otro de los tesoros del arquitecto catalán, la Casa Botines.

También conocida como la Casa Fernández y Andrés, esta edificación corresponde igualmente a la etapa neogótica del autor, en la que éste se inspiraba principalmente en el arte gótico medieval, aunque comprendido con ese estilo modernista tan personal del que Gaudí lo dotaba.

 

Foto: Wikimedia / Luis Miguel Bugallo Sánchez / CC BY-SA 3.0
Foto: Wikimedia / Luis Miguel Bugallo Sánchez / CC BY-SA 3.0

Su primer nombre proviene de Juan Homs y Botines, un comerciante y empresario textil de origen catalán asentado en León, que en esa época crearía una sociedad con Simón Fernández Fernández y Mariano Andrés González-Luna, para posteriormente formar una casa de banca dedicada a la compra-venta de valores. El segundo nombre es obvio.

 

El inmueble tenía como objetivo albergar las viviendas de sus propietarios en las plantas superiores, mientras que en sus sótanos se ubicarían los despachos y locales para el negocio de tejidos. Por otro lado, el encargo a Gaudí que en esos tiempos progresaba en el trabajo que llevaba a cabo en el Palacio Episcopal de Astorga, se fraguó mediante su recomendación por parte de Eusebi Güell, industrial catalán con el que los empresarios compartían actividades.

Los planos de la obra estuvieron listos en diciembre de 1891 y, de modo sorprendente por la complejidad de su elaboración para esa época, en noviembre de 1892 la construcción ya estaba concluida. Esta premura en lo que se refiere a las obras (10 meses) dio pie a numerosos rumores sobre la fragilidad de la edificación por parte de la población local.

En esta ocasión y en concordancia con el frío clima de León, el edificio se construyó a partir de sólidos y gruesos muros de cantería caliza sobre planta irregular trapezoidal. El exterior presenta un aspecto de castillo medieval con la talla basta de sus piedras y está reforzado en sus esquinas con cuatro torres cilíndricas rematadas con chapiteles cónicos de pizarra en su parte superior. Un foso con reja de forja que rodea la casa fortalece esa peculiaridad que el arquitecto pretende otorgarle.

Con el estilo gótico de su fachada, con arcos lobulados en puertas y ventanas, Gaudí busca una armonía con las construcciones más importantes que se encuentran en su entorno, principalmente la catedral y el Palacio de los Guzmanes. Sobre la puerta principal se situaba la llamativa escultura de San Jorge y el dragón que representa el origen catalán de su propietario y por encima de ella un reloj.

Tras su compra por parte de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León en 1929, el edificio experimento algunas reformas no demasiado acertadas. Desde 1990 es la sede de la Caja España, que tras su adquisición lo restauraría apelando al estilo de su creador y corrigiendo algunos errores cometidos en las diversas remodelaciones previas.

Con la creación en 2016 de la Fundación España-Duero, el inmueble fue reconvertido en el Museo Gaudí Casa Botines y está abierta al público para poder visitar el edificio y sus salas de exposiciones. De entre todos los museos que alberga Castilla y León, se trata de una cita ineludible para cualquier amante del arte durante una visita a esta ciudad. Es más, no debería perder la oportunidad de contemplar el conjunto de esta singular construcción sentado junto a su arquitecto en el ya popular banco de bronce que se sitúa frente al edificio.

 

Foto: Wikimedia / Giomodica / CC BY 3.0
Foto: Wikimedia / Giomodica / CC BY 3.0

Una simple visita a Astorga y León se puede convertir en una excursión gaudiniana que cualquier amante de la arquitectura modernista soñaría con realizar. Eso sí, una forma perfecta de rematar la visita a la acogedora capital leonesa es un paseo por el casco antiguo para disfrutar del resto de sus tesoros. Además, al margen de la cultura, para quien llega a León es casi obligado recorrer las céntricas zonas de vinos del barrio Húmedo y el barrio Romántico para degustar las incomparables tapas que ofrecen sus comercios hosteleros. Y por si no fuera suficiente, si hay quien gusta del glamour y la adrenalina, a pocos metros de la Casa Botines tiene la posibilidad de visitar el Casino Conde Luna. Un establecimiento que es punto de referencia para los amantes en la región de una actividad que también cuenta con una interesante historia de sólidos vínculos con la literatura y el arte.

En fin, tanto Astorga como León son dos poblaciones amables que albergan múltiples joyas, tanto culturales, como gastronómicas y de ocio. Pese a sus fríos inviernos, la calidez de sus gentes y los tesoros que se pueden descubrir en su recorrido, convencen al más exigente de los visitantes a repetir su experiencia.

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