Las vecinas y vecinos de Villasur de Herreros y de Urrez, en nombre del resto de pueblos y aldeas de la Coordinadora para la Defensa de la Demanda, Juarros y Montes de Oca, han montado en el Paseo del Espolón de Burgos una mesa para informar y pedir firmas en pro de una moratoria hasta que se consiga una legislación vinculante limitante de los graves impactos, ordenadora de las zonas y las densidades, y protectora de la salud de las personas, de los ecosistemas y del patrimonio común de todos los burgaleses.
Vecin@s preocupad@s de los pueblos de Mozoncillo de Juarros y de Cabañas de Juarros, en representación de la Coordinadora en Defensa de las Comarcas de la Demanda, Juarros y Montes de Oca, ya explicaron el pasado sábado en el Paseo del Espolón de Burgos el sinsentido de la oleada megaparques eólicos con megaturbinas de más de 220m (casi tres veces la altura de la catedral de Burgos) que amenaza con asolar estas comarcas, y nuestra entera provincia.
En Burgos tenemos ya más de tres veces potencia eólica recomendada por el Plan Eólico de 2010 de la Junta de Castilla, más del doble de la máxima admisible según dicho plan, y producimos solo con centrales eólicas más el doble de la electricidad que consumimos, incluidas las ciudades de Miranda, Burgos y Aranda.
Las grandes empresas del oligopolio eléctrico que pretenden construir estos parques así como los nuevos actores, que incluyen fondos buitre e inversores chinos o del Golfo Pérsico, no cotizan en Burgos denuncian a través de una nota de prensa. Tampoco crean puestos de trabajo en nuestros pueblos, más allá de la construcción inicial, según denuncian vecinas y vecinos de los pueblos ya afectados durante más de una década, hartos de escuchar argumentos falsos en pro de estos megaparques que a muchos les han obligado a irse de sus pequeñas localidades, a vender sus casas a bajo precio, o a soportar ruidos, luces intermitentes, bloques de hielo que caen en invierno, incendios, fugas de aceite, infrasonidos o simplemente una presencia lacerante que mina su bienestar y destruye tantos proyectos de desarrollo sostenible en el ámbito rural que a muchas les habían permitido quedarse y a otras les habían llevado a repoblarlo.
Sin ninguna legislación que actualmente lo impida, estas megaturbinas se instalan en lugares cercanos a la Red Natura, o incluso dentro de ellos, en robledales o hayedos autóctonos, en parajes naturales de gran valor, en paisajes culturales de enorme significación histórica y simbólica, en nuestros bosques autóctonos recuperándose de siglos de sobreexplotación maderera y de sobrepasto, en las cercanías de bienes declarados Patrimonio Mundial de la UNESCO, etc.
Las vecinas y vecinos de estos pueblos, valles y sierras suplican y exigen una moratoria a nivel regional y nacional hasta que se confeccione una ley vinculante en materia de ordenación de las grandes centrales eléctricas renovables. Son personas que, en la mayoría de los casos, están muy concienciadas en favor de las energías renovables, pero que alzan sus manos y sus voces en contra de la especulación, del expolio y del enriquecimiento personal de unas pocas grandes fortunas, de los accionistas del oligopolio eléctrico y de fondos de inversión sin escrúpulos que maquillan de verde sus acciones. Estos mismos habitantes de nuestras comarcas alzan también su voz y sus manos en favor de un modelo descentralizado, participativo e inclusivo que no permitía la nuclear ni el carbón, pero que sí permiten las nuevas tecnologías renovables, y las alzan también en contra de la destrucción del bienestar y la salud de las personas y de los ecosistemas.
También denuncían que pasada la vida útil de estas megacentrales, la perspectiva es muy sombría para los pueblos. Parece imposible restaurar los suelos, una vez abiertas las pistas y empleadas miles de toneladas de hormigón en los cimientos. La solución ofrecida será el enterramiento, como está ocurriendo ya en los parques más viejos: las palas se construyen son hoy por hoy imposibles de reciclar, y todas las empresas constructoras y promotoras lo saben. Su objetivo es maximizar hasta límites ridículos y peligrosos el beneficio accionarial, amparadas por una legislación inexistente. De aquí a 30 años, es incluso posible que las empresas hayan desaparecido (ya lo han hecho algunas), aprovechadas ya de los fondos europeos o los créditos de carbono, dejando tras de sí un yermo industrial de casi imposible reciclado.
¿Por qué se pretende construir polígonos industriales energéticos en estas zonas rurales de la provincia de Burgos? Porque hay un proceso de despoblación, envejecimiento y desinformación de la población en nuestra provincia que limita la contestación de los proyectos. De hecho, las empresas obran en muchos casos en la sombra con propietari@s de fincas y alcaldes: cuando la población en general comprende lo que está sucediendo, a veces incluso ha vencido ya el periodo de presentación de alegaciones. También se ceban estas empresas en nuestros territorios por el bajo precio de alquiler de los terrenos. Ofrecen a l@s propietari@s precios muy por debajo las compensaciones justas y deseables, que a menudo son aceptados sin chistar ni regatear, desde el temor a que, si no lo hacen así, se lo ofrezcan a propietari@s contiguos a su finca o de pueblos aledaños, con lo que a ell@s, piensan, les quedaría todo el impacto y ninguna compensación. Prefieren por tanto cobrar y destruir ellos. Estas megacentrales eólicas a toda prisa se construyen sobre el egoísmo, la insolidaridad, el expolio y la destrucción del tejido social de las pequeñas localidades y comarcas rurales. Ninguna ley exige una compensación global a tod@s l@s propietari@s de la zona, ni a tod@s l@s vecin@s, ni al conjunto de ayuntamientos y comarcas enteras afectadas. Hay que darse prisa y colocar tantas megaturbinas como sea posible antes de que salgan –si salen- esas leyes.
Conscientes de que hay un verdadero modelo funcional y alternativo a este sinsentido, también reclamamos desde los pueblos un acceso libre a la red eléctrica para poder instalar nuestros propios pequeños proyectos de generación vecinal, municipal, cooperativa, etc. a la vez que generan energía de verdad verde, estos proyectos pueden constituir una fuente real de renta. No de los despojos de un negocio impuesto por otros, que se lo llevan –casi- todo, que nos dejan los terribles impactos, y que además cotizan en paraísos fiscales o a miles de km. de nuestras comarcas. En estos proyectos ciudadanos, las multinacionales eléctricas y financieras podrían participar, pero no liderar ni expoliar.
Si a las terribles macrogranjas se las combate con ganadería familiar, extensiva, respetuosa del medio natural, que produzca alimentos de calidad y dé beneficios reales y no sueldos de miseria a personas migrantes sobreexplotadas, a las macrocentrales eólicas y solares se las combate con pequeños proyectos participados de PYMES, agricultores, ganader@s, peqeñ@s propietari@s, ayuntamientos, cooperativas, etc. que surjan de consensos locales y apenas tengan impacto en el territorio, si no es el positivo en ahorro de luz y venta de energía.
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