El castillo de Gormaz es el más largo de Europa. Se levanta sobre una empinada cresta, desde la que se dominan los extensos campos vecinos, y que permite una mejor defensa.
En palabras del catedrático Luis Díez del Corral, "Nada hay ni hubo en la Europa del siglo X que de lejos pudiera compararse con Gormaz". Monumento Nacional desde 1931, nos encontramos ante uno de los grandes exponentes de la reconquista frente a los árabes de la frontera del Duero.
Se construyó en los primeros años de la Reconquista aprovechando seguramente las ruinas de algún castro romano o edificación visigoda. Será asaltado, una y otra vez, por musulmanes y cristianos, lo que promoverá más de una restauración y ampliación. En el año 940, las tropas de Abderraman III tras dar muerte al conde de Gormaz se dirigen a la fortaleza donde acampan sin intentar conquistarla ya que sabían que el castillo era inexpugnable.
Constituye sin duda no sólo el máximo exponente de la arquitectura militar soriana, sino también de la Península. Fue frontera de Al Andalus con los reinos cristianos. En su construcción se utilizaron las técnicas orientales de los Aglabitas de Bagdad y de los Túnidas de Tostat, mucho más perfectas y superiores a las que utilizaban los cristianos.
Entre los siglos X y XI el Duero determinaba la frontera entre musulmanes y cristianos. El castillo de Gormaz, bajo el poder califal y considerado como la fortaleza más grande y poderosa de la Europa medieval, debía ser conquistado por unos y otros.. Quien se hiciera con el mismo daría el paso más importante durante los siglos siguientes de reconquista.
Desde lo alto de una colina los árabes vigilaron aquella tierra de nadie que todos ansiaban controlar. Sería bajo el reinado de Fernando I de León cuando la guerra se complica para los cristianos, destacando dos décadas más tarde la figura de El Cid Campeador como señor del castillo y alcalde en 1087. Se sabe que tras la reconquista se utilizó como cárcel hasta quedar totalmente vacía y abandonada tal y como está en la actualidad.
Hoy en día quedan las ruinas de la mayor fortaleza califal, recuerdo de un pasado lleno de asedios y batallas.
Fue reedificado por el General Galib entre 956 y 966; en el 975 lo asaltó Ramiro III de León, para ser, tras numerosos aconteceres históricos, Señorío del Cid, del Obispo de Osma y de los Marqueses de Camarasa.
A pesar de su estado ruinoso, sobre todo el interior, se distinguen completamente algunas partes de la misma. Al este, el alcázar, utilizado por los nobles o señores del castillo como residencia así como su administración. Todavía se conserva la "Torre de Almanzor" y algunos otros rasgos de la arquitectura árabe como el arco de herradura que mira hacia el norte. La torre del homenaje de estilo mudéjar y el aljibe son los elementos más completos que quedan de la fortaleza.
El lado oriental servía para acoger a los soldados que iban a la guerra y sus caballos. Una enorme alberca indica que los animales eran llevados hasta ese lugar para beber el agua de lluvia. Es la zona que peor se conserva, pero cuenta con la Puerta Califal, un vestigio del arte islámico en la Península Ibérica y el icono más reconocible de la fortaleza de Gormaz, que puede visitarse de manera gratuita.
Sin salir de Gormaz, justo bajo el castillo, se puede visitar la ermita de San Miguel de Gormaz, con valiosísimas pinturas mozárabes consideradas por muchos entendidos como "la Capilla Sextina" del arte mozárabe. Muy cerca, en coche se puede recorrer una ruta por la comarca de Tierras de Berlanga y conocer de esta manera más sobre la frontera árabe-cristiana en la que hubo castillos y atalayas, allá por la Edad Media española.
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