El Burgos Club de Fútbol cae derrotado en la capital maña y cierra su participación en esta edición del torneo del KO. El conjunto de Calero careció de pegada y atrevimiento ante un Real Zaragoza superior y merecedor de la victoria.
El Burgos CF dice adiós a la Copa del Rey en La Romareda, frente a un Real Zaragoza que llevó el dominio del partido y tuvo las ocasiones más peligrosas. El conjunto blanquinegro no estuvo cómodo en ningún momento, mostrando una versión pobre, sin las ideas claras y sin creatividad en ataque. Los goles de Eguaras en la primera mitad y Adrián en la segunda parte dejaron muy mermado a un Burgos que aunque intentó recortar distancias, tampoco fue efectivo ni decisivo en las áreas.
Los primeros minutos fueron de gran ritmo e igualdad para ambos equipos, con un Burgos abierto, pero al que le faltaba profundidad para llegar con peligro al área aragonesa. Fueron momentos con alternativas para ambos equipos, primero Alarcón con un remate de volea demasiado centrado que atajó el guardameta Álvaro Ratón; y posteriormente la réplica del Zaragoza por medio de Iván Azón, cuyo remate forzado rozó el larguero.
Con los dos equipos más asentados sobre el campo, el cuadro de Julián Calero consiguió más solvencia en la zaga defensiva, aunque sin generar peligro en ataque. La oportunidad más clara estuvo en una acción al contragolpe que Álex Alegría no supo materializar con éxito.
Conforme pasaban los minutos, el Zaragoza dio un paso adelante al ver la escasa presencia ofensiva de los burgaleses. El gol era cuestión de tiempo, y a los 34 minutos el Real Zaragoza consiguió abrir el marcador en una jugada rocambolesca en la que Raúl Navarro salvó bajo palos el primer disparo de Borja Sainz, dejando el balón muerto dentro del área para que Eguaras anotara el primer gol del encuentro.
Con este resultado se llegó al descanso, con la decepción de un conjunto blanquinegro muy plano y previsible sin inspiración y sin arriesgar, dejando espacios ante un Real Zaragoza muy superior, más efectivo y con las ideas más claras en ataque.
Tras el paso por vestuarios, el planteamiento fue similar al de la primera mitad. El equipo burgalés basó su juego en estar ordenado en defensa, pero sin creatividad ofensiva.
El gran mazazo llegó a los 50 minutos, en una buena recuperación de Borja Sainz que recogió Adrián desde la frontal, consiguiendo un disparo raso y colocado lejos del alcance de Alfonso Herrero. Un gol que rompía los esquemas del partido recién comenzada la segunda mitad y que ponía muy cuesta arriba la eliminatoria.
Tras el segundo gol en contra, Julián Calero tiró de banquillo para reforzar la parte ofensiva y conseguir meterse de nuevo en el partido. La entrada de Ernesto y Claudio Medina dieron más presencia en ataque a los castellanos, que buscaron sus opciones por medio de jugadas a balón parado y saques de esquina. Miguel Rubio no llegó por centímetros a un centro cruzado de Alarcón, y Claudio Medina tuvo el gol en sus botas en un mano a mano frente al portero que no supo definir.
En los compases finales, el Burgos acusó el cansancio, consciente de que el tiempo se echaba encima y que no conseguía aprovechar las escasas pero sí claras oportunidades de peligro. Pese a todo, el conjunto burgalés luchó hasta el final por cambiar un resultado que ya no se movió, despidiéndose de esta manera de la Copa del Rey durante esta temporada.