Estuvo habitada siglos atrás por eclesiásticos, especialmente canónigos de la Catedral. Los diferentes nombres de la misma hacen alusión a esta circunstancia: calle de Calonjía, Canonjía, Sepulcro y, los más usados, de Caldeabades y Caldabares. Por el centro de la calle pasaba la esgueva que iba a los Lavaderos. En ella se encontraba el molino de los Canales, con algunas casas junto a él.